domingo, 1 de septiembre de 2019

JESÚS SANA A UN LEPROSO:

JESÚS SANA A UN LEPROSO:
(Mc 1.40-45; Lc 5.12-16)
Cuando Jesús bajó del monte, le seguía mucha gente.
Esta narración, colocada entre dos sermones, contiene los milagros de Jesús y otros relatos, y muestra un aspecto importante de la actividad de Jesús,era la de los milagros de sanación. Las pruebas que le pedían los judíos a Jesús además de la enseñanza: .
En esto se le acercó un hombre enfermo de lepra, que se puso de rodillas delante de él y le dijo:
–Señor, si quieres, puedes limpiarme de mi enfermedad.
Jesús lo tocó con la mano, y dijo: Quiero. ¡Queda limpio!
Al momento, el leproso quedó limpio de su enfermedad.
Lepra: enfermedad repugnante de la piel; la persona enferma era considerada ritualmente impura y, por tanto, sanarla significaba también dejarla limpia. A cualquiera que tocaba a un leproso se le consideraba impuro (. Lev 5.3); sin embargo, Jesús lo tocó con la mano para sanarlo. No respetando la ley ritual. Demostrando que la vida del leproso estaba por encima de las leyes.
Jesús añadió:–Mira, no se lo digas a nadie. Pero ve, preséntate al sacerdote y lleva la ofrenda ordenada por Moisés; así sabrán todos que ya estás limpio de tu enfermedad.
(Mt 9.30; 12.16). No se lo digas a nadie: Sobre la prohibición de hablar abiertamente de los milagros de Jesús,y así de esta manera proteger su identidad de futuras represalias contra él véase Mc 1.34 y Mateo 8.4 La ofrenda ordenada por Moisés: Se refiere a la purificación ritual de que ya esta limpio (Lv 14.1-32).
Jesús sana al criado de un centurión romano:
Al entrar en Cafarnaún, un centurión romano se le acercó para hacerle un ruego.
Uno de los pocos casos en los evangelios en que una persona gentil no judía acude a Jesús en busca de ayuda. (Mateo,8, 5-13)
también Mt 15.21-28. El relato presenta muchas semejanzas con Juan 4.46-53. Centurión romano: (o el jefe de cien soldados); oficial militar que, probablemente, tenía a su cargo el cuartel local de las tropas romanas que ocupaban el país.
Le dijo:
Señor, mi asistente está en casa enfermo, paralítico, sufriendo terribles dolores.Jesús le respondió: Iré a sanarlo.
Señor –le contestó el centurión–, yo no merezco que entres en mi casa. Basta que des la orden y mi asistente quedará sanado.
El centurión puso mas fe en Jesús, que las autoridades judías que buscaban prenderlo y acusarlo de blasfemia .Enric

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